CATEGORIA: Bellezas Naturales
Impresionante belleza natural
En las Cascadas de Tamasopo predomina la tranquilidad tan singular de los lugares, que no han sido invadidos. Las cascadas se conservan en su forma natural.La mano del hombre ha alterado en medida mínima la frescura y simplicidad del espacio. Sólo existe un pequeño restaurante, con comida más bien casera.
Uno puede contemplar durante horas las tres caídas de agua que se suceden una a la otra de manera contigua, sin cansarse del espectáculo. Escuchar su sonido al caer de veinte metros de altura y observar cómo el manto de agua uniforme en la parte superior, se va dividiendo en gajos que se deslizan por las rocas. En algunas partes los gajos son amplios y en otros tan delgados como hilos de plata.
La luz desempeña un papel espectacular. Produce en las cascadas reflejos haciéndolas parecer cortinas de nieve con múltiples ondulaciones. En las partes donde la luz no beneficia con su brillo, se crean sombras que dan profundidad y resaltan lo iluminado, como pequeños soles que nos deslumbran.
El colorido del agua es digno de mencionarse. En las orillas tiene tonalidades verde pálido que van adquiriendo paulatinamente matices azules acuarelosos hasta predominar la turquesa. La transparencia es inaudita, las partes hondas de la poza son fáciles de localizar porque adquieren un intenso tinte azul.
Las tres cascadas coinciden más o menos en su altura pero no en su forma, en su caída y en el cauce que lleva el agua. La de mayor longitud es la primera. Se divide en dos caídas como de quince metros cada una.
El agua parece patinar entre las rocas, dividirse en algunos tramos, probar distintas rutas, para finalmente volver a unirse. La segunda, por el contrario, es más angosta y se desploma con estruendo. Pareciera que el agua alcanza el precipicio y, en vez de escurrirse por los lados, se arroja con fuerza por él.
Una poza de aguas tranquilas recibe gozosa a las cascadas que le dan vida. Debido a la claridad del agua, en las orillas de la poza se entrevén pequeñas rocas que proporcionan un tono arenoso. El azul turquesa nos habla de la ausencia de rocas y de profundidad, la cual es de unos cinco metros.
Una especie de pasadizo nos guía a una poza casi circular que da la bienvenida a la tercera cascada, esta se abalanza en tropel por grandes rocas para formar una masa de agua uniforme que se une al intenso azul turquesa que predomina en la poza. Su parte más profunda, siete metros, anima a los clavadistas a realizar cabriolas en el trampolín de cemento. La rama de un robusto árbol sostiene una cuerda desde la que es posible lanzarse para caer en el agua templada.
La limpieza del balneario es de admirarse. Desde hace varios años hay un encargado que lo mantiene impecable.
El sitio es ideal para acampar y disfrutar unas vacaciones relajadas. Se cuenta con una zona para campamento de media hectárea, con árboles frutales de sombra. Y fogones para dar ese toque exquisito a la comida.