CATEGORIA: Arqueología
Explorando sus pinturas rupestres
El principal atractivo es disfrutar de un hallazgo arqueológico diferente, ya que al hablar de zonas arqueológicas mexicanas, se identifican y vienen a la mente imágenes de pirámides que se encuentran en zonas tan accesibles como el Templo Mayor en pleno centro de la Ciudad de México, de relativamente fácil acceso como Tehotihuacán en el Estado de México o Chichen Itzá en Yucatán, o de difícil acceso como Bonampak o Yaxchilán en Chiapas, ya que a ésta última sólo se puede llegar en avioneta o por el río Usumacinta, ya que se encuentra en la frontera con Guatemala.Los vestigios rupestres en México se encuentran en varios lugares y a todo lo largo de su territorio, pero es en la Sierra de San Francisco donde se localizan los más bellos y espectaculares, ya que muchas de las pinturas tienen más de dos metros de alto, por esto es considerado como uno de los de grandes dimensiones de todo el mundo. Los primeros reportes de las pinturas de esta zona datan del siglo XVII cuando llegaron los misioneros jesuitas, desde ese entonces hacen mención de la grandeza de las imágenes. Algunos de ellos relatan que, investigando entre la gente del lugar, evocan leyendas de seres de gran tamaño venidos del norte que pensaron fueron los autores de las pinturas, incluso añaden que encontraron huesos de hombres que calcularon llegaron a medir hasta cuatro metros de alto.
Antes de la llegada de los españoles la península de Baja California estuvo habitada por grupos indígenas nómadas como los pericúes en la región sur, los guaycuras en el centro, los cochimíes en la parte norte y algunos otros clanes hasta hoy desconocidos. Lo anterior queda de manifiesto con las pinturas rupestres que se han descubierto en las zonas montañosas de todo el territorio. El patrimonio arqueológico de la sierra de San Francisco, considerado el más rico, constituye una de las áreas con pinturas rupestres más importantes del Mundo. El ocaso de las sociedades antiguas, se inició con la llegada de los españoles, siendo las primeras expediciones las de Jiménez en 1534 y Cortés en 1535.
En diciembre de 1993 la UNESCO designó a las pinturas rupestres de la Sierra de San Francisco en Baja California Sur, México, Patrimonio Cultural de la Humanidad, y desde ese momento el lugar entró en muchas de las agendas de los amantes de visitar zonas arqueológicas. Tiempo después emprendí el viaje a este lugar con José Hernández y Salvador Rodiles. Es uno de los sitios más impresionantes, por la diversidad y tamaño de las pinturas que exhibe.
Se ubica en un acantilado, a unos 50 ó 60 m sobre el fondo de la cañada, y se extiende en más de 150 m de longitud dentro de un abrigo rocoso, mostrando el extenso mural casi totalmente decorado con cientos de imágenes en tonos negros y ocres que reproducen figuras humanas portando extraños tocados, alzando los brazos y exhibiendo largas lanzas y flechas; los personajes se agrupan en complicadas escenas de caza, poseedoras de una gran ritualidad, en las que se adivinan las siluetas de borregos cimarrones, venados, aves, liebres, reptiles y tortugas.
En ocasiones se alcanzan a distinguir también imágenes de peces e incluso ballenas, aspecto último que refuerza la idea de los investigadores sobre la movilidad de los grupos humanos que allí habitaron.La pintura mural paleolítica sobre cuevas, en las que se representan motivos como seres humanos y animales entre otros, puede ser encontrada en cada uno de los continentes de la Tierra. Aparentemente todos los grupos humanos al pasar por la fase de cazadores recolectores crearon este tipo de trabajo plástico duradero en el que expresan la especial relación que tenían con las criaturas de su entorno y con sus deidades.
La pintura rupestre de Baja California Sur es parte de esta tradición. Hay mucho en ella, como son los motivos, materiales y locaciones, que tiene un parecido con trabajos realizados a miles de kilómetros de distancia y a miles de años de diferencia, por ejemplo las pinturas de Altamira en España y Lascaux en Francia.Se sabe poco sobre los grupos humanos que pintaron estos murales en Baja California Sur, pero toda la evidencia indica que estos pintores formaban parte de distintos grupos establecidos en pequeños territorios. Aún así todas las obras tienen el mismo estilo.
El hecho de que todos hayan respetado un mismo estilo nos deja ver que no deseaban representar a su grupo en especial, sino algo que los distintos grupos tenían en común. Es difícil imaginar una fuerza unificadora mayor que la religión, por lo que se cree que estas obras responden a necesidades religiosas.En las dos horas del trayecto a San Francisco se encuentran barrancas muy hermosas. Nunca pensamos que su belleza resultaría opacada por las que encontraríamos más adelante.
Al llegar nos dirigimos a la casa de Don Enrique, cuya gentil esposa nos ofreció la única bebida que quita el calor y la sed: café caliente.Cerca de San Francisco se encuentra la Cueva del Ratón a la cual se puede ir caminando. Cuenta una historia que se llama así porque a un burro llamado "ratón" le gustaba irse a refrescar a la sombra de esa cueva.LocalizaciónEl sitio puede ser visitado diariamente en horario abierto, ya que en la mayoría de los sitios es necesario acampar. 9 km al este de San Ignacio, por la carretera Núm.1. Desviación a la izquierda por camino de terracería de aproximadamente 60 km hasta el poblado de San Francisco de la Sierra.