Iglesia de los Jarritos
La Iglesia de los Jarritos, conocida oficialmente como el Santuario de Guadalupe, data de finales del siglo XIX. Se inició su levantamiento el 12 de diciembre de 1889 y se finalizó el 19 de enero de 1895. En su fachada, se pueden observar diversos detalles de la arquitectura neogótica. El recinto está inspirado en el Santuario de la Virgen de Lourdes en Louvre, Francia. Ambas iglesias fueron construidas por el arquitecto Violet Le Duc quien le dio detalles específicos a la edificación poblana.Dentro de la iglesia existen diversos detalles como la bóveda de nervaduras que recubre su techo. Estas son en realidad láminas de zinc con molduras de madera.
El púlpito esta tallado en finas maderas por un artista local. En él, se puede ver una pintura de la Virgen de Guadalupe al centro, hecho por la misma persona, Jesús Mora.
A los alrededores de la Iglesia de los Jarritos se encuentra el curato parroquial y frente a él, el cementerio de la ciudad. En esta zona existen diversos estilos de ornamentación lo que hace más increíble la construcción. A pesar de todo lo anterior, la mayor peculiaridad, y de donde extrae su nombre este lugar, es la serie de jarritos de barro que cuelgan en parte más alta. Estos caen desde la torre, unidos en serie.
Estos objetos, regalan un aspecto asombroso y folclórico a la iglesia. Al mismo tiempo, recuerdan lo más icónico de las tradiciones mexicanas y lo más trascendental de la arquitectura europea.
Tantos paisajesqué admirar y aventuras por vivir pero quizás uno de los lugares más misteriosos y místicos de Cuetzalan sea El Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe mejor conocido como la Iglesia de los Jarritos.
La finalización de su construcción data del año 1895 y según la historia, está inspirada en el Santuario de la Virgen de Lourdes en Louvre, Francia; de hecho ambas fueron
construidas por el mismo arquitecto: Violet Le Duc.
Su atrio atrapará la vista de cualquier visitante y será entonces cuando la emoción te orille a caminar o contemplar desde lo lejos, ya que justo en ese punto se encuentra el cementerio más antiguo y para llegar a él los pasos deben cruzar por entre las tumbas,
las cuales se encuentran de manera estratégica orientadas hacia el frente de la iglesia.
Al decir de los lugareños, mientras más cerca se encontraban los difuntos de la Iglesia más rápido llegaban al cielo, lo cierto es que aquí entre los mortales el roce entre el pasado, el saludo a la muerte y un encuentro místico deben ser recorridos entre
tumbas.
La recompensa no solo es el cúmulo de emociones de estar caminando entre los que
pelearon un lugar para llegar al cielo de inmediato, sino contemplar su torre alta y esbelta del campanario la cual está adornada por jarros de barro, característica que le ha acuñado el nombre popular con el que muchos la reconocen.
En su interior el pulpito fue tallado en maderas finas por manos de un ebanista Cuetzalteco y cada detalle está lleno de una mezcla entre México y Francia. Por ello en tu
próxima visita queda anotada la Iglesia de los Jarritos en medio de atmósferas espigadas y piedras húmedas, entre las cuales puede bajar la fría y espesa neblina sólo para recordarnos que ahí donde nuestros pies están la muerte nos saluda bebiendo de un jarrito.