CATEGORIA: Arqueología
Vestigios de una ciudad ancestral
Sus primeros pobladores, los nahuas, llegaron alrededor del año 600 d.C. procedentes del norte de América. Durante el período Posclásico, la ciudad fue ocupada por grupos indígenas zacatecos y tepehuanos.El museo del sitio, remodelado en 2007 y a cargo del Instituto Nacional de Antropología e Historia, se compone por dos salas en donde se exhiben las piezas arqueológicas halladas en la zona, pertenecientes a la cultura chalchihuites.
Aquí podrás admirar vasijas, herramientas, adornos y otros objetos antiguos. Si disfrutas rodearte por naturaleza, éste es un buen lugar para ti; desde aquí podrás observar un vasto paisaje y pasear entre mezquites, plantas de sábila y una hierba medicinal llamada salvilla.
También podrás observar animales en estado salvaje como liebres, conejos, zorros, coyotes, ardillas y lagartijas.
En el área de la Zona Arqueológica La Ferrería se han localizado vestigios que señalan la presencia de cuando menos dos grupos humanos en el pasado, uno de nómadas que habitó en el sitio antes que el segundo grupo sedentario, el cual hizo las construcciones que están en el cerro con forma de pirámides.
Es interesante destacar entre los hallazgos arqueológicos a espacios rituales circulares, huesos de aves y anillos de piedra que emparentan a la cultura de la Ferrería con la tradición de las culturas del suroeste norteamericano y en especial con Paquimé.
Se cree que el grupo que habitó la zona arqueológica subsistía básicamente de la agricultura de maíz, frijol, calabaza, y que practicaba la caza y la recolección para completar su dieta; esto debido a su cercanía con el cauce del río Tunal y se supone que debió ser común la cacería de aves acuáticas y la pesca.
Alrededor del patio se localizan plataformas que, al igual que en los otros casos, debieron sostener casas de troncos con techos de hierba. Estas construcciones son adyacentes a la Sala de las columnas y a la pequeña casa.
Aquí se hayan dos grandes rocas que fueron grabadas por miembros de un grupo de cazadores-recolectores que visitaban el sitio periódicamente para aprovechar los recursos naturales: la primera de ellas muestra una pequeña imagen, que representa a un sacerdote con los brazos en alto y que porta un tocado ceremonial con una cornamenta.
Puede notarse que la roca fue parcialmente pulida y es el punto central de una pequeña área dedicada al culto, que se consideraba habitada por deidades protectoras. La segunda de las rocas grabadas se localiza al pie del cerro, y a pesar de estar muy deteriorada, se puede identificar una escena de cacería en la que aparece un hombre con un arco, asociado a dos mamíferos.