CATEGORIA: Arqueología
Zona prehispánica
Entre los años 500 y 600 d.C., se abandona la tradición de las tumbas de tiro y su desarrollo se inscribe dentro de una amplia región cultural conocida como Aztatlán, que se traduce en un apogeo de la ciudad hacia los años 750 y 1 100 de nuestra era. Es entonces que el asentamiento urbano crece de manera considerable con la construcción de amplias terrazas, palacios, templos y adoratorios, adquiriendo cierta importancia regional como centro manufacturero y de intercambio comercial.Aunque en el sitio se han localizado un poco más de 85 montículos y estructuras que aún se hallan sin explorar, actualmente es posible visitar unas quince estructuras, entre las que destacan por su importancia el edificio llamado Templo de Quetzalcóatl que presenta planta circular con un pretil que la circunda con curiosas perforaciones en forma de cruz.
Uno de los monumentos de más magnitud en el complejo, una pirámide de circular con cruces, localizada en los "Toriles" o Zona arqueológica de Ixtlán.
En su parte alta se ven dos adoratorios del estilo del Altiplano Central de México. Otros edificios importantes son el llamado Palacio de los Relieves, el Palacio de las Columnas, el conjunto del Palacio de las Cuatro Columnas y el Palacio en Escuadra. Ixtlán (donde abunda la obsidiana) Es la zona arqueológica nayarita más estudiada.
Su zona de influencia se extendió por los actuales municipios de Ixtlán del Río, Ahuacatlán, Jala y Santa María del Oro. Sus principales poblaciones fueron Cacalután, Tepuzhuacán, Mexpan, Zoatlán, Xala, Jomulco, Tequepexpan, Camotlán, Tetitlán, Acuitapilco y Zapotán. Cerca de la cabecera municipal de Ixtlán se encuentran los restos de lo que fue el centro ceremonial más importante del área: Los Toriles.
En Los Toriles se encuentra una pirámide poco usual en Mesoamérica, es una construcción redonda de 24 metros de diámetro por cuatro de altura. Tiene cinco escalinatas distribuidas armónicamente en su perímetro. En el muro que remata la parte superior se encuentran unas troneras en forma de cruz. Probablemente este centro ceremonial fue dedicado a Quetzalcóatl, personaje central de la cultura tolteca.
Las tumbas de tiro son las construcciones funerarias más representativas del área, aunque aparecen otras modalidades como las tumbas de fosa o fosas de tierra donde sepultaban a sus muertos casi a flor de tierra. La cerámica está constituida por vasos de cuerpo esférico con alto cuello de paredes verticales y con triple soporte de cascabel.
Los motivos ornamentales más frecuentes son flores y mariposas estilizadas, cabezas de tigre y de venado. Abundan las vasijas decoradas con rombos y gajos de color blanco sobre rojo. Por las características especiales de la cerámica y esculturas de esta región, se les conoce con el nombre de “estilo Ixtlán”.
Las pequeñas esculturas de 30 a 40 centímetros de altura se distinguen por los adornos consistentes en aretes y perforaciones operadas en la nariz, donde colocaban uno o más aros. De la rica cerámica Ixtlán, destacan las maquetas de excelente acabado, por medio de ellas podemos intuir las formas de vida, la organización social y la vida económica característica de estos pueblos.
Hay maquetas que representan casas, grupos en alguna actividad y canchas de juego de pelota. Son siempre construcciones con vida y movimiento. Son, asimismo, dignas de mencionarse las esculturas que representan guerreros, identificables por llevar un casco provisto de pequeñas prolongaciones en la parte superior; el pecho se encuentra protegido por una armadura y en las manos sostiene un bastón que hace las veces de un mazo. Generalmente la parte inferior va desnuda.