Palacio del Conde de Buenavista
La construcción de este edificio se llevó a cabo entre los años de 1798 a 1805, por encargo de la segunda marquesa de Selva Nevada para su hijo, el conde de Buenavista, quien murió antes de que se terminara el palacio.Tiene su origen en la colección que comenzó a formarse a finales del siglo XVIII en la Real Academia de las Tres Nobles Artes de San Carlos de la Nueva España y que a principios del siglo XIX se incrementó con obras de los propios maestros y con las realizadas por alumnos durante sus viajes de estudio a Italia.
Así como las que presentaban para obtener el grado de académicos; en este periodo se incorporaron además piezas provenientes de coleccionistas particulares, de la Academia de San Lucas en Roma y de conventos clausurados.
Su proyección se atribuye al valenciano Manuel Tolsá, director del área de escultura en la Academia de San Carlos y autor de destacados ejemplos neoclásicos en arquitectura y escultura, como el Palacio de Minería, las obras de conclusión de la Catedral Metropolitana y la estatua ecuestre de Carlos IV (conocida como El Caballito).
A lo largo del siglo XIX funcionó como casa habitación de familias con títulos nobiliarios y de personajes de la escena política mexicana.
A partir de 1899 tuvo otros fines distintos a los residenciales, como sede de las oficinas de la Tabacalera Mexicana, de la Lotería Nacional y de la Escuela Nacional Preparatoria N° 4, entre otros.
En 1968, la custodia del inmueble pasó al Instituto Nacional de Bellas Artes, el cual lo destinó para albergar la colección de arte europeo que hasta entonces había resguardado la Escuela Nacional de Bellas Artes (antigua Academia de San Carlos).
La escalera del Palacio del Conde de Buenavista recuerda la que Manuel Tolsá realizó en el Palacio de Minería, en ambas se observa el cuidado en el detalle de cada elemento, sea éste estructural u ornamental.
El patio del Palacio del Conde de Buenavista se tomó como punto primordial en torno al cual se fue desarrollando la ejecución total del edificio.
Se diseñó a partir del trazo de una elipse que, enmarcada por un rectángulo, es un ejemplo del uso de los tratados de artistas como Iacomo Barozzi da Vignola.