CATEGORIA: Pueblos
La nostalgia de Veracruz
A sólo 32 kilómetros de la ciudad de Xalapa se encuentra el pintoresco poblado de Naolinco. Sus casas coloniales parecen sacadas de un cuento o de un cuadro. Calles adoquinadas, fachadas de colores amarillo o rosa y balcones legendarios, hacen de este pequeño rincón veracruzano, mucho más que un destino de fin de semana. La primera impresión que Naolinco deja al viajero despistado es esa desolación con un toque de nostalgia. Adultos y niños saben que el tiempo existe, pero también viven del paisaje, del aire y de la piel, pues en los últimos años la manufactura de este tipo de artículos se ha constituido en el primer medio de trabajo y subsistencia.El 80 por ciento de sus habitantes viven de la fabricación de bolsas, botas, carteras, cinturones, chamarras y de la distribución de pieles finas. El objetivo primordial es constituirse como un importante exportador de este tipo de productos. Doctor Rafael Lucio es la calle donde se concentra la mayor parte de los negocios. Quienes caminan por ahí, reconocen ese particular olor del cuero recién procesado, y la creatividad de los diseños y acabados apuntan a adquirir una hermosa chamarra o unas botas texanas a muy buenos precios.
Naolinco, considerada vestigio importante de la cultura totonaca, proviene de las voces "nahhui ollín", que quiere decir cuatro movimientos, es decir, las cuatro estaciones del año. Con un clima promedio de 25 grados centígrados, y una población de 19 mil habitantes, es un lugar donde la limpieza y carisma de su gente lo perfilan como ideal para el descanso y la inspiración. El mole y los dulces en diferentes presentaciones son otros atractivos. El platillo mexicano por excelencia poco a poco ha ido ganando adeptos, tanto de quienes lo disfrutan, como aquellos que lo preparan. Dicen que en los restaurantes y fondas naolinqueñas se prepara el mejor mole de la región, acompañado por supuesto de arroz y pollo, pero será usted quien dé el veredicto final.
La cecina, el queso, el chorizo y el tradicional licor de naranja y uva son otros platos y digestivos que no se puede perder. En la mayoría de los lugares del zócalo se venden dulces de todos los tipos y tamaños. Apostados en las vitrinas coquetean hasta al paladar más exigente las tradicionales cocadas veracruzanas y el dulce de leche, o de un café jarocho, que le permite, ahora sí, iniciar un recorrido por este pintoresco poblado. Después de comer y si su idea es comprar, encontrará productos de piel de todos los colores, tamaños, estilos y precios, o bien, puede iniciar el recorrido por el zócalo y posteriormente ingresar a la Catedral, que data del Siglo XVIII.
A sólo 2 kilómetros y a 15 minutos caminando se localizan las Cascadas de Naolinco. Aquí está el mirador que permite contemplar la impresionante y compleja topografía del lugar. Pequeños valles, cerros, barrancas y la caída del agua, son aspectos por demás admirables. Asimismo encontrará un recinto donde se presentan exposiciones de pintura y fotografía de artistas veracruzanos. Pero si de fiestas se trata, cada 21 de septiembre y hasta el 4 de octubre, los naolinqueños celebran la tradicional danza de moros y cristianos cuya coreografía escenifica la lucha de los dos bandos, al compás de sones ejecutados con tambor y flauta de carrizo.
Además, este día también se festeja a San Mateo, el santo patrón de los zapateros. La enseñanza de esta danza a los indígenas totonacos formaba parte de las exigencias de las autoridades coloniales.Hoy, decenas de familias del poblado se disputan el honor de ese primer día de festividad, y atender en sus casas con una comida especial y generosa a los participantes. El requisito: "amar la danza y conocerla perfectamente". No hay excusa, si visita Xalapa, a sólo 40 minutos, encontrará un paraíso que como tal, está esperando contemplar a todo bienhechor.