CATEGORIA: Arqueología
Una casa de piedra
El nombre de Toniná significa en Tzetzal "La casa de piedra" o "El lugar donde se levantan esculturas en piedra en honor del tiempo". Toniná presenta una tradición escultórica de rasgos mayas, sin embargo tiene una particularidad propia, cuenta con magníficos altorrelieves en piedra y estuco.La zona tiene una larga aunque discontinua ocupación desde principios de nuestra era hasta el siglo XVI. El asentamiento cobró importancia en el año 593, fecha en que aparece la primera inscripción calendárica en piedra.En el año 805 hay evidencia de la existencia de una dinastía reinante que celebraba con monumentos en piedra los nacimientos, casamientos, victorias militares y muertes de los gobernantes; entre los más importantes está el señor "Cráneo de conejo". En este lapso el asentamiento prehispánico coexiste con los mayas de las ciudades clásicas de Tikal, Copan y Palenque, así como también con las nuevas como Uxmal y Kabah de la península de Yucatán. Con las primeras comparte la vieja iconografía de monstruos de la tierra, deidades acuáticas, aves celestes y dragones del inframundo, además participa de la nueva iconografía basada principalmente en dos símbolos: la greca espiral escalonada y Chaac, dios del agua.
Arquitectónicamente, también se observan relaciones con esos dos mundos mayas por una parte, los templos tienen los rasgos típicos de las ciudades clásicas, además de tener escaleras de adorno, como las de los templos Chenes de Campeche y la planta del Palacio Principal que tiene forma Puuc, como los de Yucatán. Esta capital maya tuvo varios emblemas durante su historia, el espacio sagrado se conoció, cuando estaba dedicado al Noveno Jaguar del Inframundo, como el "Lugar de los Guerreros de la Estrella"; el último emblema de este periodo fue el de los cautivos celestes en tiempos del gobernante más importante de Toniná llamado Tzost Choj, "murciélago tigre". De 805 a 901, no se han encontrado inscripciones.
En este lapso se derrumbaron todas las viejas capitales mayas. Hasta 909 aparecen nuevas inscripciones, año de la última en tierras del Viejo Imperio, precisamente en Toniná. Las últimas esculturas son de un estilo e iconogafía distinta, son austeras y pesadas; en la frente tienen una banda de cuentas verdes y sus manos otra posición, volteadas hacia el frente. Se construye un nuevo templo en el extremo noreste de la acrópolis, el cual se levanta por encima de los 70 metros desde el pie de la acrópolis. Toniná sobrevive al derrumbamiento del viejo imperio maya y coexiste con los toltecas de Tula y Chichen Itzá.
Después de este periodo se inicia un proceso de destrucción impresionante, se decapitan y destrozan las esculturas; la acrópolis es utilizada como necrópolis por nuevos pueblos que al enterrar a sus muertos saqueaban viejas tumbas y ofrendas, a la vez que perforaban templos y palacios. Más de mil años después de la destrucción del espacio sagrado, el monstruo de la tierra lo ocultó casi por completo con su manto vegetal. Actualmente y después de diez años de trabajos arqueológicos, se puede caminar nuevamente por él.
Localización, el sitio arqueológico se localiza a 12 kilómetros de la ciudad de Ocosingo, a 115 kilómetros de Palenque y a 85 kilómetros de San Cristóbal las Casas, Chiapas.